Prototipo que miniaturiza la inmensidad pampeana, emulando el cielo abierto y construyendo el espacio del horizonte, Pastizal es metafórica y literalmente un campo. Es un campo en el sentido de lo rural, de la campiña, tierra de rastrojos y de pelos, infinitud solitaria silenciosamente abigarrada, caminos presentes, borrados. Y es un campo en el sentido organizativo, campo de estructuras materiales formalmente inestables y hechas de mimbre color crema y relleno de tierra oscura, soportando plantaciones pampeanas minúsculas, luces-sombras esbeltas y espigadas, fulminantemente doradas. Es un campo sometido a fuerzas campestres y a fuerzas urbanas. Campo de tránsitos, circulaciones vehiculares que se confunden con los vientos, los accesos que desde los subsuelos se confunden con las ráfagas, los corredores peatonales rutinarios que arrinconan el material y con ello generan rincones de descanso para los almuerzos del oficinista. Pastizal es campo y explora la posibilidad de un arquetipo local pero genérico del campo argentino.